"Drogas, Alcohol y Adolescencia"
Por: Lic. Claudia Montes de Oca
Drogas, Alcohol y Adolescencia
Por: Lic. Claudia Montes de Oca
La adolescencia
es un momento particularmente vulnerable en la vida de un sujeto, debido al proceso
de duelo por las figuras parentales de la infancia
en que ella se inicia, y por ser un momento de "transición" entre la
pérdida de éstas figuras de identificación y la búsqueda o el encuentro de unas
nuevas.
A lo anterior se suman: la
actual crisis
cultural y el enfrentamiento con un mundo cada vez mas complejo y vertiginoso.
Existe además un verdadero
"bombardeo" de la publicidad
dirigido hacia este grupo
etario, apetecible para el mercado;
basta ver, por ejemplo, las propagandas de cerveza
destinadas a jóvenes, y el aludido "encuentro" entre ellos si se las
consume juntos.
Los adolescentes
también afrontan en esta etapa la salida exogámica y el erotismo genital que
los atemoriza. En diferentes pueblos y culturas, encontramos ceremonias y rituales
de iniciación como forma de marcar en lo simbólico este pasaje de la niñez al
"mundo adulto", en muchos casos como marcas
en lo real, y en todos poniendo en juego
lo real del cuerpo expuesto al sufrimiento y a la muerte.
Ahora bien, ¿qué sucede en una
sociedad
en la que se ha perdido la eficacia
de los actos simbólicos que marcan esta salida de la niñez y esta entrada en la
adultez? Es posible que en nuestra cultura
actual, el alcohol y/o drogas
juegue algún papel en este sentido para los adolescentes, en tanto "se es
grande" por estar <tomando alcohol> o por <estar drogado>. Por
otra parte, el alcohol como otras drogas "sueltan la lengua"
y "dan ánimos" para "encarar" a un partenaire en el juego
de la seducción inicial.
El alcohol - una droga
socialmente aceptada - daría, desde la consideración de los jóvenes, la fuerza
y el valor
necesario para los primeros encuentros sexuales tan deseados y tan temidos.
Entonces, se arma un escenario: la discoteca, como subrogado del altar, el
monte o el lugar de exhibición de juegos
públicos, en el cual mostrar algún emblema (por ejemplo: la lata de cerveza),
permite a través de un acto -el beber, y su consecuencia, la borrachera-
sentirse grandes y pensar que están haciendo cosas de grandes.
Desde hace años circulan discursos
que categorizan las adicciones
como un problema de los jóvenes. Si bien la problemática se extiende a una franja
que abarca desde los púberes hasta los adultos mayores, variando en la
frecuencia, cantidad y tipo de sustancia, el inicio del consumo
se produce mayormente en la adolescencia. El hecho de que ésta sea la etapa de
la vida de mayor riesgo
en el inicio del uso y abuso de drogas, puede explicarse por las
características propias de ella, como parte de un proceso de profundas
transformaciones biológicas, psicológicas y sociales.
Los padres, a su vez, también
sufren sus propias crisis. Algunas de ellas consisten en encarar diversos
duelos –desprenderse del hijo niño, dejar de funcionar como un ídolo y aceptar
una relación llena de críticas y ambivalencia, admitir su propio
envejecimiento- y revivir aspectos de su propia adolescencia y de la relación
con sus propios padres. Al mismo tiempo,
deben hacer equilibrio
entre no ser demasiado sobreprotectores o invasivos, ni demasiado permisivos y
ausentes. Ahora bien, si la estructura
psíquica y el sostén afectivo familiar del joven no logran soportar y contener
tales estados, el consumo de alcohol y/o drogas que la sociedad y los grupos
de pares ofertan les sirve para paliar el malestar y encontrar algunos momentos
de alivio.
Hay que dilucidar para qué
le sirve la droga y por qué no puede encontrar otra manera de encarar los
obstáculos que se le presentan.
Los padres de los púberes y
jóvenes a menudo preguntan cómo saber si su hijo "se droga". La
respuesta no es sencilla, pero sin duda, una de las maneras es escuchándolo.
Los adolescentes – y no sólo ellos- pueden hablar mejor del tema con quienes
"saben" escuchar. Ciertas actitudes
obturan la posibilidad de comunicación
y son incompatibles con una disposición genuina de escucha. Cuando se juzga, se
aconseja o sermonea en exceso, se critica o ridiculiza, no se toman en cuenta o
se toman a la ligera sus opiniones, o bien existen grandes contradicciones
entre lo que se dice y lo que se hace, se están colocando obstáculos en el
vínculo con los hijos.
"Escuchar" no se
trata sólo de interrumpir mientras el otro habla, sino de tratar de comprender
lo que nos dice y quiere decirnos.
A grandes rasgos, algunas señales que pueden estar
indicando el abuso de alcohol y/o drogas son la aparición de:
· * fatiga
· * quejas continuas acerca de su salud
· * ojos enrojecidos
· * tos constante
· * cambios repentinos de humor y/o personalidad
· * irritabilidad
· * insomnio o somnolencia persistentes
· * conductas de riesgo
· * depresión
· * desinterés generalizado
· * falta de comunicación
· * ausencias frecuentes
· * problemas de disciplina
en la escuela.
Sin embargo, no está de mas
aclarar que muchas de estas manifestaciones pueden ser indicadoras de otros problemas.
Si bien los padres pueden reconocer señales que sean expresión de dificultades,
no se espera que ellos hagan el diagnóstico.
El primer paso es consultar con un médico para estar seguros
de que las señales que se perciben no sean efecto de causas orgánicas. Luego,
conviene proseguir con una evaluación
realizada por un profesional de la salud mental.
Para finalizar, es importante
subrayar que, aunque no existen recetas para prevenir que los adolescentes
contraigan una adicción, generar espacios de comunicación, dejando de silenciar
cuestiones familiares, evitar comparaciones entre sus resultados y los de los demás
(hermanos, compañeros, conocidos), facilitar su inclusión en actividades que
permitan construir vínculos y pertenencias, y promover la elaboración de proyectos
de vida, despliegan mayores posibilidades de que las dificultades que se vayan
presentando a lo largo de esta etapa no sean desproporcionadas.
Fin.-
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